En el imaginario popular queda la imagen de que las estatuas y monumentos antiguos eran blancos, puros, inmaculados. Que las estatuas estaban hechas de un material y que no se pintaban. Y si vemos hoy en día todo edificio que se precie tiende a buscar esa característica y las estatuas son hechas y depositadas mostrando su grandeza… y sin un ápice de pintura. Todo, creo yo, porque si ven las estructuras y monumentos de los griegos y romanos los vemos de esa forma.
Lo cierto es que los edificios públicos y las estatuas estaban pintadas. Tenían bellos todos que destacaban sobre el blanco del mármol de un edificio o de una estatua. Esas pinturas se fueron perdiendo en el correr de los siglos y dejaron de ser visibles.
Este sitio está reconstruyendo digitalmente toda la acrópolis ateniense y el Partenón que les muestro es solo una pieza más de esta reconstrucción. Los invito a recorerla y a revivir, al menos en imágenes, su esplendor.
